“Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida”.
Oramos con el salmo 116 (115), 10.12.15.16-19
1Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Qué desgraciado soy!»
12¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
15Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
16Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.
17Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
18Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo;
19en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
En la parte del salmo que vamos a rezar hoy, el salmista se siente protegido por el amor de Dios-; repasando su situación angustiosa pasada, declara que nunca perdió la fe y confianza en medio de su mayor postración física y moral: 1Tenía fe, aun cuando dije:«¡Qué desgraciado soy!»; se siente liberado “rompiste mis cadenas”. En cuanto al presente, profesa humildemente y con alegría su pertenencia a la casa de Dios, a la familia de las criaturas unidas a él en el amor, “yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava”. Declara que la muerte de sus fieles no le es indiferente: Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. En cuanto al futuro, manifiesta gratitud porque el Señor ha permanecido fiel. “¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?” El salmista hará pública su acción de gracias a Dios y se dispone a cumplir sus votos ante todo el pueblo.
El Dios que nos presenta este salmo, es el mismo Dios del éxodo y la Alianza.Se implica ante el drama de su criatura, rompe sus cadenas. Es el que hace el bien,“¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?”. El que no lo abandona ni siquiera en las situaciones difíciles; El Señor lo acompaña con amor.de Padre.
Salmo para la vida; al rezarlo, pensemos ¿de qué nos ha liberado el Señor? ¿Qué cadenas me ha roto y me quiere romper el Señor?. ¿Cuál es el bien que me ha hecho?. ¿Cómo voy a darle gracias por tanto bien?
En esta segunda semana de Cuaresma expresemos al Señor nuestro deseo, “Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida”.
Lee pausadamente el salmo, deja que entre en ti cada expresión, pronúnciala, hazla oración y quédate en silencio sintiendo como el Señor te invita a caminar en su presencia, a sentir que te acompaña en el camino.