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CON SOR ROCÍO, REZAMOS EL ROSARIO

 

Goz                   D

 

Copia de M.Gozosos 1                  M. Gloriosos

 

 

 

 

       

     

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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DOMINGO V DE PASCUA

“El Señor es mi alabanza en la gran asamblea”.

Oramos con el salmo Sal 22 (21), 26b-27.28 y 30. 31-32

26bCumpliré mis votos delante de sus fieles.

27Los desvalidos comerán hasta saciarse,

Alabarán al Señor los que lo buscan.

¡Viva su corazón por siempre!

28Lo recordarán y volverán al Señor

hasta de los confines del orbe;

en su presencia se postrarán

las familias de los pueblos.

30Ante Él se postrarán los que duermen en la tierra,

ante Él se inclinarán los que bajan al polvo.

31Mi descendencia lo servirá;

hablarán del Señor a la generación futura,

32contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:

“Todo lo que hizo el Señor”.

 

Este largo salmo que comienza siendo una lamentación individual, termina siendo un himno al Señor, rey universal. Está estructurado en 4 partes, en las 3 primeras partes nos hace ver que el salmista ha pasado por una situación muy dolorosa, no sabemos en concreto cual ha sido, pero en esta 4ª parte es evidente que ya se ha solucionado. Dios ha salvado al salmista y el salmista decide vivir para el Señor.

 

Da la sensación de que el salmista está inmerso en el Señor “De ti viene mi alabanza (v 26). El Señor me hará vivir para Él (v 31). Dios envuelve la vida del salmista y provoca en él la alabanza y el deseo de vivir para Él y esto extensivo a las futuras generaciones. Con su canto de alabanza y acción de gracias invita a todos a venir al Señor. Esta acción de gracias tiene unos motivos: “los desvalidos comerán hasta saciarse, alabarán al Señor los que lo buscan”.

 

Es un salmo cargado de esperanza, anuncia la vuelta de todos hacia el Señor: los desvalidos, los que lo buscan, las familias de los pueblos, los que duermen en el polvo, la descendencia del salmista servirá al Señor, hablarán de Él a las generaciones futuras, contarán su justicia al pueblo que ha de nacer.

 

La imagen de Dios en este salmo es la de un Dios que escucha el clamor del pobre que sufre injusticia y lo libera, un Dios que está cerca, que sana que despierta en el salmista el compromiso de dar testimonio de su Salvador “en la gran asamblea, delante de sus fieles.

 

Rezamos este salmo dejando que nos empape la esperanza de la vuelta al Señor. Pedimos que nos ayude a descubrir su acción en nosotros hasta el punto que provoque en nosotros el testimonio y muchos por nuestro testimonio llegarán hasta Él.