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Copia de M.Gozosos 1                  M. Gloriosos

 

 

 

 

       

     

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Teresa

Hna. Teresa Suances (Palencia-España) Comunidad de MAPUTO –Mozambique
 
La misionera “Telemóvil humano”
 
Para mí la misionera es como un tele móvil. Es un instrumento que no sirve solo para sí mismo, es algo en función de…, es “un medio de comunicación” con lo que ello implica, de relación, para escuchar llamadas, ver mensajes, sentir presencias, enviar….
“Quien encontró a Dios, dispone de antenas abiertas para recibir grandes mensajes.”
El misionero o la misionera primero reciben las llamadas o mensajes de Dios que les hace sentir las llamadas y necesidades de los otros, y les invita a participar y colaborar con Jesús, para salir al encuentro de los que lo necesitan.
Ese mensaje o llamada puede venir de formas diferente: escuchando la Palabra de Dios, sintiendo el sufrimiento de los otros, la invitación que como creyentes nos hace la Iglesia, por medio del Papa o de otros creyentes cercanos o lejanos. Esa llamada o mensaje produce marca en el corazón y en el silencio va tomando forma. En el silencio del corazón va tocando nuestra conciencia, va dando luz, coraje para no ser egoísta mirando solo para mi vida; llama a la generosidad, a implicarnos y orientar nuestra vida para los otros. En la escucha y en el silencio, el misionero va viendo una y otra vez la llamada que resuena constantemente y le interpela. ¿Quién soy yo? O ¿Para quién soy yo? El misionero es para los otros como lo es el que hizo la llamada, la invitación, Cristo. El cristiano y el misionero recibieron la llamada para darse al que lo necesita, y ellos mismos reenvían y lanzan el mensaje para los otros en el mismo sentido.
 
Así puedo resumir mi vocación de misionera. Oí el mensaje al Papa Juan Pablo II en la visita a España en 1982, que nos decía a los religiosos: “No tengáis miedo, sed generosos, id a los lugares donde más os necesitan”. Fui interiorizando esta llamada, sentía que si no respondía desde la generosidad, no gozaría de la Paz interior el resto de mi vida. ¡Como oír una llamada a “hacer el bien” y no responder por comodidad!
 
Dialogué con la Superiora General, le expresé mi nueva vocación “de salida” para un lugar donde sentía que había necesidad, Mozambique, porque había pocas hermanas y era mucho el trabajo a realizar. Ella me informó un poco de la realidad que había, entre otras cosas la guerra civil que tenía el país. Pero… ¿por qué tener miedo? Dios estaba allí, mi familia religiosa también y escuelas y jóvenes me esperaban. ¿Por qué tener miedo?, ¿Por qué no colaborar? ¿Por qué no disminuir el sufrimiento de los otros? Confiada en Aquel que me llamó a seguir sus pasos, JESÚS, di mi respuesta. Sí, estaba dispuesta a ir a Mozambique. Yo tenía 28 años.
 
Esa llamada, ese mensaje, no lo recibes de una vez y ya!. La relación y comunicación con el AMIGO, con el AMOR de tu vida, es constante. Siento que recibo de ÉL la fuerza cada día para llevar a cabo la tarea encomendada. Mi vida misionera no es iniciativa personal, es llamada a colaborar junto con Él, caminar juntos día a día. Los primeros años fueron muy duros, pues la guerra produce mucho sufrimiento. Trabajé en la pastoral en las 180 comunidades que pertenecían a nuestra misión de Nauela. Había que evangelizar, confortando, llevando ayuda, cuidando…
 
Luego entré en la escuela pública y en la catequesis (unos 27 años); era necesario enseñar, educar, fortalecer la vida de los jóvenes, orientarlos para Dios y para el bien de la sociedad mozambiqueña.
 
Seguidamente pasé para el trabajo de acompañamiento de las jóvenes Hermanas de la Congregación, misión en la que actualmente me encuentro. De esta forma quiero que esta corriente de AMOR, de hacer el bien, de vivir para los otros continúe en esta tierra. Así quiero pasar la llama de nuestras vidas entregadas por Dios y para Dios.
 
Con cariño y con deseo de invitar, os saluda y agradece Sor Teresa Suances