“Encarnar el Amor de Dios en la vida, de modo que cada hermana llegue a ser una manifestación permanente del amor gratuito de Dios a los hombres”.
Experimentar el amor gratuito de Dios Padre-Madre y ser expresión de este amor entre los hermanos, es la línea de vida de nuestra espiritualidad. Jesucristo es quien centra nuestra vida, dinamiza nuestra comunidad en el amor y nos reclama amarlo en los hermanos. En el encuentro con Jesús está el manantial de la alegría, de la acción y de la fecundidad evangelizadora.
El Señor nos llama a crecer en el amor, a vivir en profunda y gozosa intimidad la alianza que Él ha sellado con cada uno y a ser instrumentos y pregoneros del pacto de amor que Él quiere seguir sellando con la Humanidad.
Nuestro carisma se expresa en:
- Ser contemplativas del Amor de Dios, a la escucha de la Palabra y del hermano.
- Vivir proféticamente la acogida y la entrega gratuita del amor: "dar y recibir de balde".
- Crear tiempos fuertes para la alabanza, la escucha, la celebración, la fiesta, y ofrecer estos espacios al hombre de hoy en la comunidad eclesial.
- Optar preferentemente por los más desfavorecidos.
- Hacer donación de nuestra vida en entrega desinteresada con alegría, acogida, disponibilidad y servicio.
El Carisma Amor de Dios nos urge a evangelizar, comprometiéndonos en la construcción de la cultura del Amor. Mirando la realidad desde el gesto de Jesús, percibimos que tiene capacidad para ser transformada, a la vez que nos invita a:
- Ser alternativa de vida.
- Ser manifestación permanente del amor gratuito de Dios.
- Salir al encuentro de los otros, como creadores de fraternidad y despertadores de esperanza.
- Responder con creatividad a las nuevas formas de deshumanización y de pobreza.
- Aunar fuerzas vivas que fortalezcan la misión en comunión.
- Implicarnos críticamente en el mundo global digital.
La fe en Jesús resucitado y la fuerza del Espíritu convocó a la primera comunidad que vivió una experiencia decisiva de amor gratuito, vínculo de fraternidad nueva. Esta misma experiencia nos convoca a nosotras a:
- Construir comunidades de vida.
- Compartir el Carisma con las personas de nuestro tiempo, creciendo progresivamente en la espiritualidad "Amor de Dios", comprometidos en una tarea común de evangelización y proyectos concretos de solidaridad.