Misión
Desde nuestra Consagración Religiosa y como partícipes del sacramento del Bautismo, participamos en la misión que Cristo confió a la Iglesia: la proclamación del mensaje de salvación a todos los hombres. Desde nuestro carisma-misión nos comprometemos en la restauración cristiana de la humanidad, a través del testimonio y de la acción, principalmente desde la educación y promoción integral de la persona.
Entendemos la misión como algo dinámico que nos somete a la inseguridad y al cambio como fidelidad a los signos de los tiempos. La necesidad de Evangelio, cultura y humanización es para nosotras una llamada permanente, a la que acudiremos como respuesta encarnada siempre que contemos con los medios necesarios para hacer un servicio digno al hombre.
Como campo fundamental tenemos la escuela, donde tiene pleno desarrollo el acto de evangelización, ya que su misión es formar integralmente a la persona y capacitarla para el progresivo conocimiento e identificación vital con la Verdad.
Somos conscientes de que educamos más con lo que somos que con lo que hacemos y entendemos que los alumnos son personas a las que hay que ayudar a ser, sin disminuirlas, buscando estímulos para el fortalecimiento de su voluntad y utilizando como método preventivo la vigilancia no violenta y el cariño. Por ello la hermana del Amor de Dios ha de estar animada de gran dulzura, paciencia, capacidad de entrega y grandeza de corazón.
De vital importancia es, también, la iniciación y animación de comunidades cristianas. Cuando nos dedicamos a esta misión encarnamos en nosotras en misterio de Cristo, abiertas a cada situación concreta. Nos formamos con esmero en los más amplios campos: intelectual, social, político, técnico, teológico y pastoral.
EDUCAR ES NUESTRA FORMA DE AMAR