MI EXPERIENCIA DE VOLUNTARIADO EN CÁRITAS PARROQUIAL Y DIOCESANA
Comencé mi experiencia como voluntaria acompañando a un grupo de chicos/cas que, después de la confirmación querían hacer algún trabajo social de voluntariado. Junto a las orientaciones de un sacerdote de la parroquia, decidimos entrar a formar parte del “Proyecto Alba” que dirige Cáritas Arciprestal. Consiste en atender, acompañar, motivar en el campo del estudio a niños/as entre 6 y 14 años, cuyas familias desestructuradas, emigrantes, etc. están en seguimiento desde los Servicios Sociales de Cáritas o desde la acogida de la parroquia. Niños/as con problemas de socialización, adaptación, o necesidades educativas, con la finalidad de que adquieran hábitos de trabajo, comportamientos sociables e integración. Son muchos los aspectos y actitudes que se trabaja con ellos durante el tiempo que están en el Proyecto.
Esta experiencia para mí ha sido muy gratificante, ya que además del acompañamiento a los jóvenes que formaban el grupo de voluntarios, el trabajo con estos niños de diversas necesidades y nacionalidades, me ha ayudado a sensibilizarme con problemas humanos de todo tipo existentes en la sociedad y en nuestro Barrio.
Después de vivir esta experiencia tan hermosa y jubilarme de la enseñanza, quise profundizar más y comprometerme con este mundo de exclusión y vulnerabilidad de personas con graves problemas de pobreza, de inmigración y exclusión etc. Pasé a formar parte del grupo parroquial de Cáritas en el campo de acogida. El tiempo dedicado es de tres horas semanales para atender a personas que necesitan ayuda, tanto material -de alimentos, ropa, vivienda, etc.- como acompañamiento personal, orientación, asesoramiento jurídico y búsqueda de trabajo.
Una vez al mes Nos juntamos todo el grupo para rezar, programar y evaluar cómo va nuestra acción caritativa.
La directora de Cáritas me ofreció trabajar en las oficinas Generales. Mi actividad aquí es recibir, acoger y orientar a gente que viene a pedir ayuda. Informarlos y orientarlos sobre dónde pueden acudir según la necesidad o problema que presentan. Esta acogida es tanto a nivel presencial como por teléfono. Aquí intento ofrecer mi apoyo, cercanía, comprensión y escucha a gente que viene de lejos, a un lugar desconocido que ni siquiera el idioma es el mismo. Y han salido de su tierra por problemas de guerra o amenazados de muerte, secuestro o perseguidos por su condición social y sexual. Viéndose obligados a emigrar y buscar refugio donde han oído que hay tranquilidad y bienestar social y económico, cosa que no siempre es posible encontrar.
Doy inmensas gracias a Dios por esta experiencia que me ha permitido vivir en esta etapa de mi vida, que me aporta el estar vinculada al grupo de personas que se comprometen con los más vulnerables y necesitados de nuestra sociedad. Poder palpar más de cerca muchas miserias humanas que cada vez son más existentes en nuestro país.
También doy gracias porque esta experiencia, tanto en la parroquia como en Caritas Diocesana me ha servido para vivir la alegría que da el darse más que dar, la generosidad, la paz interior, la ilusión y disponibilidad para ponerme en el lugar del otro. Compromiso del seguimiento de Jesús para poder ser sus manos, su corazón y hacer y amar como Él lo haría.
Gracias de corazón.
Hn. Lucía Pérez