• domingo resurrección 20
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papa

¡La paz esté con todos ustedes! Queridísimos hermanos y hermanas, este es el primer saludo de Cristo Resucitado, el buen pastor que dio la vida por el rebaño de Dios. También yo quisiera que este saludo de paz entrara en su corazón, alcanzara a sus familias, a todas las personas, dondequiera que estén, a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz esté con ustedes!

Esta es la paz de Cristo Resucitado, una paz desarmada y una paz desarmante, humilde y perseverante. Proviene de Dios, Dios que nos ama a todos incondicionalmente. Aún conservamos en nuestros oídos esa voz débil pero siempre valiente del Papa Francisco que bendecía a Roma. ¡El Papa que bendecía a Roma daba su bendición al mundo, al mundo entero, aquella mañana del día de Pascua! Permítanme dar continuidad a esa misma bendición: ¡Dios nos quiere, Dios los ama a todos, y el mal no prevalecerá! ¡Estamos todos en las manos de Dios! Por lo tanto, sin miedo, unidos de la mano con Dios y entre nosotros, sigamos adelante. Somos discípulos de Cristo. Cristo va delante de nosotros. El mundo necesita su luz. La humanidad necesita de Él como el puente para ser alcanzada por Dios y su amor. Ayúdennos también ustedes, luego los unos a los otros, a construir puentes, con el diálogo, con el encuentro, uniéndonos todos para ser un solo pueblo siempre en paz. ¡Gracias al Papa Francisco!

Quiero agradecer también a todos los hermanos cardenales que me han elegido para ser Sucesor de Pedro y caminar junto a ustedes, como una Iglesia unida, buscando siempre la paz, la justicia, tratando siempre de trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo, para proclamar el Evangelio, para ser misioneros. Soy hijo de San Agustín, agustino, que dijo: “Con ustedes soy cristiano y para ustedes obispo.” En este sentido, todos podemos caminar juntos hacia esa patria que Dios nos ha preparado.

¡A la Iglesia de Roma, un saludo especial!

Debemos buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes, el diálogo, siempre abierta a acoger como esta plaza con los brazos abiertos. Todos, todos los que necesitan nuestra caridad, nuestra presencia, el diálogo y el amor.

Y si me permiten también, una palabra, un saludo a todos aquellos y en modo particular a mi querida diócesis de Chiclayo, en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha dado tanto, tanto para seguir siendo Iglesia fiel de Jesucristo.

A todos ustedes, hermanos y hermanas de Roma, de Italia, de todo el mundo, queremos ser una Iglesia sinodal, una Iglesia que camina, una Iglesia que busca siempre la paz, que busca siempre la caridad, que busca siempre estar cerca especialmente de quienes sufren.

Hoy es el día de la Súplica a la Virgen de Pompeya. Nuestra Madre María quiere siempre caminar con nosotros, estar cerca, ayudarnos con su intercesión y su amor.

Entonces, quisiera rezar con ustedes. Recemos juntos por esta nueva misión, por toda la Iglesia, por la paz en el mundo, y pidamos esta gracia especial a María, nuestra Madre.

 PAPA LEON XIV  ¡GRACIAS! 

                                                                                                                                                                                                                                                          

 

 

 

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del 12 al 16 de mayo

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                              Día 12                                      Día 13                                          Día 14                                                 Día 15                                           Día 16

 

 

 

ascensión

 

 

ASCENSIÓN DEL SEÑOR

Salmo 47 (46), 2-3.6-9

“Dios asciende entre aclamaciones, el Señor al son de trompetas”

2 Pueblos todos, batid palmas,

aclamad a Dios con gritos de júbilo;

3 porque el Señor altísimo es terrible,

emperador de toda la tierra.

6 Dios asciende entre aclamaciones;

el Señor, al son de trompetas:

7 tocad para Dios, tocad;

tocad para nuestro Rey, tocad.

8 Porque Dios es el rey del mundo:

tocad con maestría.

9 Dios reina sobre las naciones,

Dios se sienta en su trono sagrado.

 

 

Este salmo canta y celebra la realeza de Dios. En 3 versículos (v 7.8.9) menciona que Dios, el Señor, es Rey. En el versículo 7 de Israel, “nuestro rey” y en los versículos 8 y 9 “rey del mundo, rey de las naciones”.

 

Al salmista todo le parece poco para el Señor, “nuestro rey” e invita a todos los pueblos a batir palmas y a tocar instrumentos para el Señor porque es emperador de toda la tierra y rey del mundo. Se le atribuyen dos títulos gloriosos: «altísimo y terrible» (v. 3),

 

En la mentalidad israelita la realeza de Dios se manifestaba en las acciones de Dios a favor de Israel conquistando a los otros pueblos, así es como sentían los israelitas el amor de Dios hacia ellos.Jesús cambió el sentido de la realeza y dio una nueva orientación al ejercicio del poder. Él es rey, su ascensión fue a la cruz para dar vida a todos.

 

En este día que celebramos la Ascensión del Señor, rezamos este salmo pidiéndole que nos ayude a entrar en su dinámica del Reino, (dinámica de servicio a todos). “Él cumplió su peregrinación, hasta ser exaltado y sentarse en el trono del cielo; desde allí afirma su dominio sobre todos los pueblos, uniendo a gentiles con los hijos de Abrahán y preparando su reino definitivo”. (L. Alonso Schökel).

 

Que nuestra vida de servicio, de sencillez, de entrega….haga visible el Reino.